Y se dió inicio al Nuevo Año, el 2024, el Año del Dragón de Madera para los chinos (que
oficialmente aún no empieza), el Año de la Oración para la Iglesia Católica y
para muchos la ocasión para retomar totalmente nuestras vidas, ya recuperados de la época de
pandemia que dejó a más de uno orbitando por algún lugar sin poder reinsertarse
al ritmo que teníamos antes del 2020. Pero allí vamos; dicen que lo que no te
mata te hace más fuerte. Algo así se vive hoy; alejándonos cada vez más de lo
que fue la pandemia y sus secuelas. Tiempo de incertidumbre y paradojas para
muchos. Sin embargo, se abre un portal de nuevas posibilidades, retos y
sorpresas este 2024.
El famoso
“Año nuevo, vida nueva”, nos remite inmediatamente a una especie de hechizo que
por arte de magia deja atrás lo viejo, el pasado, lo malo. Y el nuevo año se
presenta como ese regalo que nos da la vida, una nueva oportunidad para hacerlo
mejor, para disfrutar, crecer y amar. Por otro lado, hay los que de una manera
frenética quieren hacerlo todo el 31 de diciembre
como si lo que no lograron hacer desde el inicio de año que está por concluir lo
pudieran arrancar o concluir ese día. Y le pasa a más de uno. Algunos otros
quieren que se acabé pronto el año viejo y que se abra rápidamente el nuevo
año, como si de libros o capítulos
librescos se tratara.
Feliz
Año Nuevo, feliz 2024. Que todos los malos ratos se queden en el año viejo. Es
un poco inocentón creer ello; a veces. En realidad, podríamos pensar que ayer
fue domingo y hoy es lunes. Nada singular ha pasado en realidad. Salvo que
socialmente hemos aceptado esta cronología del tiempo occidental. Los 365 días
se los debemos a Julio César y al astrónomo Sosígenes que en el año 45 a.C. lo establecieron así, llamándose Calendario Juliano
en honor de ustedes ya saben quién. En el 1582, Luis Lilio y el jesuita alemán Christopher
Clavius fueron encargados por el Papa Gregorio XIII, para que mejoraran la
primera versión de calendario. Esta nueva versión se llamaría Calendario Gregoriano en honor del Pontífice.
En
conclusión, en medio de la matrix social hemos aceptado esta nueva oportunidad
de hacer las cosas mejor, distintas, renovarnos, y cumplir nuestros sueños y
retos. Para unos será solo una nueva semana, pero para otros puede ser ocasión
para empezar de nuevo, hacerlo mejor o cambiar de rumbo. Por ejemplo, yo me
propongo agarrar la tecla (antes era soltar la pluma) y volver a escribir con
frecuencia y lo empecé hoy, precisamente: primero de enero. Mientras tengo a mi
madre sentada en el extremo opuesto de la mesa
y mi padre preparando un jugo de maracuyá para seguir la celebración con la familia en la tarde. Yo me arrullo con
tangos instrumentales que suenan en la casa mientras tecleo y tecleo en mi lap top. Alas y buen viento, que este 2024 nos lleve
lejos a cumplir nuestros deseos y
pendientes. ¡Bon voyage!
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